Música Para Volar: «Encontrarnos en la música es lo que más disfrutamos hacer»

Empezaron con Cerati, se animaron a Spinetta y ahora es el turno de Charly. La banda rosarina Música Para Volar afina instrumentos y se prepara para interpretar nuevamente a uno de los mayores íconos del rock nacional.

Comfort y Música Para Volar es la denominación de uno de los álbumes más recordados de la legendaria banda Soda Stereo. Una parte de ese título es también el nombre que lleva el grupo originario de Rosario en el que confluyen José Matteucci (encargado de voz y batería), Alexis Thompson (guitarra), Julieta Sciasci (bajo) y Bruno Moreno (piano). La relación es casi inmediata: Música Para Volar surgió como un homenaje a Soda y a Cerati y esa motivación los llevó a dedicar años de laburo para lograr el característico sonido.

Con el tiempo fueron ampliando horizontes y agregando como «bonus track» de sus shows temas de otros artistas, generalmente Charly o Spinetta, que venían a modo de sorpresa o como un bis hiper solicitado. Hasta que llegó el sinfónico dedicado al maestro del bigote bicolor, con una muy buena recepción del público.

Quizás eso los animó a seguir explorando cómo meterse en la obra del Flaco Spinetta. Para ellos, abarcar al Flaco fue «una continuación natural» que adquirió fuerza durante la pandemia. Lejos de las giras, el ruido del público y los shows en vivo, surgió un desierto, un espacio inhabitado que dio el contexto necesario para abarcar la complejidad de este eximio artista. Así nació «Un Socio en el Desierto»; el show que presentaron en Rosario y Santa Fe.

Ahora Música Para Volar empieza octubre con todo. Con apenas unos días de descanso, este viernes 1 harán un repaso sinfónico por las canciones de Charly. La cita es a las 21 en el Anfiteatro de Rosario. Las entradas continúan a la venta hasta el día del show y pueden adquirirse en mpvolar.com.ar y en boleterías. Quedan pocas, no sólo por el aforo reducido, sino porque desde el minuto uno las anticipadas volaron.

Escenario Show charló con Julieta, la sonrisa detrás del bajo de MPV. Ella nos contó sobre el show de Spinetta y lo que significó abarcarlo; habló también de cómo los afectó la pandemia y adelantó sensaciones sobre el espectáculo de este viernes.

¿Cómo surgió la idea de hacer «Un Socio en el Desierto»?

Surge a partir del deseo de conectar con la música, con canciones que nunca antes habíamos tocado.
Creo que lo particular del show es que la lista de temas aborda prácticamente todas las formaciones que Spinetta tuvo en su carrera. También empezamos a jugar con imágenes de cortometrajes y series animadas que nos gustan, poniéndolas a dialogar con la música. Nos encanta lo que genera este tipo de planteo, donde dos lenguajes se van entrecruzando. Ahí aparecen lecturas que nos sorprenden, y es una idea que en MPV buscamos desde el primer show.

¿Fue un pedido del público o algo de ustedes?

De alguna manera Luego de Cerati y Charly, parecía una continuación «natural» y desde hace años nos llegaban mensajes pidiéndonoslo. Amamos al Flaco y en el último recrudecimiento de la cuarentena encontramos el tiempo para abordar semejante nave y sin ninguna certeza de que eso fuera siquiera a tocarse en vivo. Era el desierto. Luego se fue encausando, pero en un principio necesitamos ese espacio vacío para comenzar a relacionarnos con una obra así de profunda y compleja.

¿Hay algún tipo de complejidad o simpleza en Spinetta respecto a otros artistas como Cerati o Charly?

Es una aventura repleta de desafíos. Técnicos, estéticos y, porqué no, emocionales. Por un lado está la particularidad del artista; hay un clisé de que Spinetta es complejo. No es más ni menos complejo que los otros compositores, pero su complejidad es única, no se parece a nada. Al mismo tiempo Música Para Volar es una suerte de criba por la cual pasan las obras. Sea Cerati, Charly o Spinetta, intentamos que tenga nuestro cariz.

Ahora viene la pregunta obligada: ¿Cómo afectó la pandemia?

Algunos días antes de que llegue la pandemia a nuestro país, habíamos hecho una sesión en la sala Lavardén junto al Coro Vocal Con Sonante interpretando “La grasa de las capitales” de Serú, así que los primeros días nos entretuvimos editando ese material, como también videos de conciertos que habíamos filmado y no habíamos tenido tiempo de compartirlo públicamente. Sin caer en cuenta, empezamos a tener un contacto más virtual que presencial con el público, de hecho teníamos algunos conciertos que al principio se reprogramaron y que finalmente se suspendieron ante la imposibilidad de realizarlos. En esa línea, generamos material, cada uno desde su casa y con invitados tremendos: Lula Bertoldi formó parte de una versión de Inconsciente Colectivo, y el Coro de Regatas de Mendoza, bajo la dirección de Liliana Sanchez, participó en la interpretación que hicimos de Zona de Promesas. Luego de ello, y ya pudiéndonos juntar a ensayar, vino la etapa de los streamings, donde fuimos conociéndonos con este sistema y adaptando los distintos espectáculos a la pantalla. En tantito se empezó a ver luz al final del camino, empezamos a preparar “Un Socio en el Desierto”.

Un año bastante difícil ¿no?

Más allá de nuestro constante impulso, sin dudas fue un año difícil desde el punto de vista de la actividad artística tal cual como se la conocía, que afectó no sólo a los músicos, sino a los técnicos, productores, salas de teatro, etc. Desde que la banda se formó, no nos dedicamos a otra cosa que no sea preparar con profunda dedicación espectáculos para ser tocados en vivo, generando encuentros de la mano de obras de Cerati, Charly y Spinetta y eso no lo podíamos hacer, no al menos, como lo conocíamos. Extrañamos mucho todo el ritual: los viajes, las pruebas de sonido, los teatros, la interacción con músicos de otras ciudades, y por supuesto el contacto con el público.

Hablando del tema del contacto con el público… ¿Cómo fue la experiencia de tocar en streaming? ¿sintieron buena recepción del público a esta metodología? 

Fue una experiencia nueva para nosotros, hicimos 5 conciertos vía streaming. A lo largo fuimos empapándonos con las bondades de tocar a través de cámaras, como por ejemplo, la utilización del sonido estéreo que la mayoría de espectadores posee en su casa, la interacción por mensajería directa con el público o la intervención de la imagen que usualmente uno proyecta en pantallas o proyectores. Sin dudas, este sistema nos permitió llegar a gente de países a los que nunca fuimos y establecer nuevos lazos en puntos tan remotos del mundo como Estados Unidos, El Salvador o España entre muchos otros, como así también, profundizar la relación con quienes ya nos conocían por haber ido a algún concierto.

¿Podría convivir este formato con el show en vivo?

Creo que es un medio muy útil para realizar experiencias musicales a distancia, y que pueden convivir con los recitales en vivo, aunque estos últimos tienen características irremplazables. Hay algo, cierta complicidad, que se produce en la comunión de personas presentes que no se produce a través de la pantalla y en solitario. Tanto el público, como músicos y actores lo estábamos necesitando y deseamos profundamente que se puedan mantener las salas abiertas

¿Cómo fue volver a los escenarios con público?

Hermoso. Realmente es algo que disfrutamos un montón y lo extrañábamos. Encontrarnos en la música es lo que más disfrutamos hacer.

Tienen varias fechas por distintas provincias.  ¿Algún destino internacional a la vista?

Aún no tenemos fechas confirmadas, pero sí. Hay en vista algunos destinos.

Para finalizar ¿Algo que nos quieran contar del nuevo show dedicado a Charly que se viene en octubre?

En este espectáculo nos propusimos recorrer una de las obras más amplias y complejas de la música popular latinoamericana. Es un gran desafío y un enorme placer tocar estás canciones.

 

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