Norma Jean Baker, conocida como «Marilyn Monroe» fue una cantante, actriz y modelo que nació un día como hoy, pero de 1926 en California.
Hoy cumpliría años Marilyn Monroe. Marilyn tenía ese «algo». La cámara siempre la quiso. Su presencia en la pantalla era hipnótica, marcaba diferencia. La explicación no se encuentra solo en su belleza. Más allá de lo inefable, de aquello que no se puede describir, siempre hubo en Marilyn una transparencia, una fragilidad traslúcida que hace que el espectador quiera abrazarla. Lo ingenuo y lo sexual, la potencia y la debilidad se conjugan en ella de una manera única.
Tuvo una infancia difícil, no tenía un domicilio fijo, andaba de acá para allá, no tenía padre. Se casó a los 16 años para no ir a un orfanato “Deje de ser huérfana a los 16 años, cuando me case», escribió en su autobiografía. Pero su matrimonio no resulto, decía que «no tenían nada en común». Y es ahí cuando empezó a modelar como para ganarse la vida. Se sacó fotos para publicidades, producciones de moda, revistas. Hasta que un productor la vio y le ofreció firmar un contrato cinematográfico. Pequeños papeles. Pero su belleza era deslumbrante. Ya no era más Norma Jean. Era Marilyn; y había tomado el apellido de su madre, como para no ser conocida por tantos malos momentos. Marilyn Monroe, un nombre con luz propia. Y ella siempre se hacía notar. Su presencia era única.
Luego se casó dos veces más y ahí estaba ella sin darse por vencida. Amaba lo que hacía, amaba trabajar. Pero los demonios interiores se impusieron. Su madre, su tía y su abuela habían padecido enfermedades psiquiátricas e internaciones. Ella vivía con esa sombra a su espalda. Truman Capote en el relato Una Hermosa Niña cuenta una conversación con Marilyn, una tarde después del entierro de Constance Collier. Allí, escondiéndose del público, tomando champán, preocupada por sus cejas postizas o porque nadie sepa de su romance con Miller, se la ve como era.
Era incansable. Y cuando paraba era porque no podía más. Llegaba tarde, faltaba, aparecía embotada de pastillas, internaciones psiquiátricas, problemas físicos. Su amigo Truman Capote quiso que protagonizara «Desayuno en Tiffany» pero el estudio no quiso poner ese proyecto en manos de alguien tan frágil como Marilyn en ese momento
Pero su risa la convierte en alguien inolvidable. Parece increíble que una mujer que estuviera pasando por ese infierno de suicidios fallidos, pastillas, alcohol, internaciones, divorcio, depresiones y presiones, fuera capaz de reír de esa manera.
Hoy Marilyn Monroe cumpliría 95 años. Murió hace 59 años. Su imagen quedó cristalizada en el tiempo. Ella no conoció la vejez. Ella siempre se verá igual.